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Jamaat-ul-Ahrar, un importante actor armado en el complejo escenario Afganistán-Pakistán

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Análisis GESI, 20/2016

Resumen: El atentado terrorista en la ciudad pakistaní de Quetta del pasado 8 de agosto ha sido una muestra de la capacidad operativa de un grupo terrorista de inspiración yihadista denominado Jamaat-ul-Ahrar.

Esta organización que queda amparada bajo el “paraguas” de los grupos Talibán que actúan en la región y que en unión de estos constituye un elemento con una real y contrastada capacidad de desestabilización en una región ya de por sí compleja debido a la cantidad de actores que participan y alos interese cruzados de grupos y Gobiernos.

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Bilal Anwar Kasi, presidente de la Asociación de abogados de Baluchistán (Pakistán), fue tiroteado a primera hora del día 8 de agosto en la ciudad pakistaní de Quetta siendo trasladado posteriormente al Hospital Civil de la localidad. A las puertas del recinto sanitario se encontraban familiares, amigos y colegas que habían acudido para velar el cadáver así como periodistas para cubrir la noticia. En ese momento un suicida hizo estallar la carga explosiva que portaba causando la muerte a más de 70 personas y heridas a cerca de un centenar. El atentado guardaba similitud con otro ocurrido en diciembre de 2013 y que tuvo como escenario la misma ciudad de Quetta cuando un terrorista suicida detonó una bomba en el transcurso del funeral de un agente de policía asesinado el día anterior y causó 30 víctimas mortales.

Tehrik-i-Taliban Pakistan (TTP) la “marca” bajo la que operan distintos grupos en Pakistán se atribuyó la autoría de ese atentado. En esta ocasión la reivindicación fue triple: la Agencia Amaq, que forma parte del potente aparato propagandístico de Daesh, afirmó que un luchador del “Estado Islámico” había llevado a cabo una operación de “martirio” contra personas pertenecientes al Ministerio de Justicia y a la Policía pakistaní, mientras que a través de un correo electrónico remitido por Ishanullah Ishan, portavoz de Jamaat-ul- Ahrar ("Asamblea de los Libres”), facción talibán escindida del TTP, este reclamaba para su organización la responsabilidad del ataque y prometía seguir cometiendo ataques similares, además anunció que su grupo proporcionará evidencias a través de video que corroborarían esa afirmación. Este último extremo parece ratificar la teoría de que el autor material del atentado fuese Jammat-ul-Ahrar, si bien tanto esta organización como la que actúa en el país bajo la bandera de Daesh o el TTP están en condiciones de llevar un ataque de estas características.

Estos tres grupos están fuertemente conectados entre sí ya que Jammat-ul- Ahrar y la filial en la zona de Daesh tienen una matriz común que es el TTP. Organización que en unión de Al Qaeda, el Movimiento Islámico de Uzbekistán (IMU) y Lashkar-i-Jhangvi se encuentra entre los “Big Four”, las cuatro grandes facciones terroristas que operan en Pakistán. Los inicios del Tehrik-i- Taliban Pakistan se remontan al año 2007 como una franquicia local de la red global de Al Qaeda. Entre sus objetivos está, siguiendo el planteamiento ideológico de la organización entonces liderada por Osama Bin Laden, el establecimiento y la implementación de una radical y sui generis interpretación de la sharía en el marco de un “Estado Islámico” en territorio pakistaní, territorio al que define, de forma idéntica a Al Qaeda, como “Daar-ul-Kufr Wal Harb" (morada de la incredulidad y la guerra) considerando a sus gobernantes, al igual que a los chiíes, como kuffar (apóstatas).

Este grupo también ha participado del yihad[1] global proporcionando entrenamiento a Faisal Shahzad, ciudadano estadounidense de origen pakistaní que intentó atentar mediante un coche bomba situado en Times Square, Nueva York, el primero de mayo de 2010 en una acción que resultó fallida. También se cree que ha favorecido el tránsito de unos dos centenares de sus militantes a territorio sirio. El TTP llegó a anunciar el 14 de febrero 2006 la creación del “Emirato Islámico de Waziristán” en la región de Waziristán del Norte, si bien al año siguiente el Ejército pakistaní puso en marcha la denominada "Operación Rah-e-Haq”, inicio de una serie de acciones militares de gran envergadura en cuanto a medios y efectivos desplegados que, aunque no logro neutralizar la amenaza, sí que hizo inviable el establecimiento efectivo del “Emirato”. En el año 2014 el grupo estaba perdiendo su capacidad de atracción debido en parte a sus ataques contra la población civil y a la tensión interna debido a que existían partidarios y detractores del establecimiento de negociaciones con el gobierno de Pakistán. Esta crisis cobró mayor intensidad en diciembre de ese mismo año cuando fue eliminado, mediante el ataque de un drone de EE.UU, el líder de la organización, Hakeemullah Mehsud.

En ese contexto temporal se inició la andadura de Jammat-ul-Ahrar, que hunde sus raíces en un grupo talibán establecido en la zona de Mohmand situada en la FATA (Federally Administered Tribal Areas), las zonas tribales pakistaníes, dirigido por un individuo denominado Omar Khalid Khurasani, el cual en sus inicios participó en acciones contra la India en el disputado territorio de Cachemira. El 26 de agosto de 2014 el que fuera portavoz del TTP, Ehsanullah Ehsan, anunció la creación del grupo Jammat-ul Ahrar puntualizando que la organización recién creada no pretendía tomar partido en la contienda política y que buscaba el establecimiento de la sharia como ley fundamental del país. A su frente se situaban antiguos militantes del TTP como Maulana Qasim Khurasani en el rol de “Emir” acompañado por el anteriormente citado Omar Khalid Khurasani de la región Mohmand, Qari Shakil Haqqani, de Charsadda, Maulana Yasin de Swat, Qari Ismail de Khyber Pakhtunkhwa, Maulana Abdullah de Bajaur, Mufti Misbah de Peshawar, Maulana Haider y Mansoor Nazim Shura de Orakzai Agency. Al mes siguiente se fusionó con la organización Punjabi-Ahrar ul-Hind liderada por un veterano militante conocido como Qasim Khurasani. Tras esta unión formal Jamaat-ul-Ahrar estableció entre sus objetivos " el Ejército de Pakistán, los políticos democráticos, los seguidores de Occidente y las milicias del comité de paz".

Imagen de ex -comandantes de Tehrik-i-Taliban Pakistan (TTP) anunciando la creación de Jammat-ul-Ahrar. (26 de agosto de 2014)

En 2015 se produjo un relevo en el liderazgo del grupo después de que Maulana Qasim Khurasani y Omar Khalid Khurasani, “Emir” y adjunto al “Emir” respectivamente, presentaron sus renuncias a la shura (Consejo) política renuncias que fue aceptada y que propiciaron el nombramiento de Asad Afridi como muevo “emir”.

Jamaat-ul-Ahrar no fue incluido por el Departamento de Estado de Estados Unidos en la lista de organizaciones terroristas extranjeras (FTO en inglés) hasta el mes de agosto de este año pese a que ya había protagonizado atentados con gran cantidad de víctimas como el que tuvo lugar el pasado Domingo de Pascua a la entrada del parque Gulshan-i-Iqbal, en la ciudad de Lahore, cuando un terrorista suicida hizo detonar una carga explosiva en el trascurso de una reunión de cristianos paquistaníes causando 72 muertos y más de 350 heridos. El portavoz del grupo, Ihsanullah Ihsan, confirmó que el objetivo de dicho ataque eran los cristianos y que con esta acción querían enviar al Primer Ministro Nawaz Sharif, oriundo de la ciudad de Lahore, el mensaje que habían entrado en la capital de la provincia de Punjab. Con anterioridad el grupo ya había protagonizado diversos ataques contra objetivos relevantes como los asesinatos del abogado Shakil Afridi, que ayudó a la CIA a localizar a Osama Bin Laden en su refugio pakistaní de Abbottabad y del ministro del Interior de Punjab en agosto de 2015 o el ataque en Karachi en abril de 2016 en el que el resultó atacado un equipo de vacunación contra la poliomielitis y que se saldó con el resultado de siete policías muertos.

 En el mismo contexto temporal en el que surgió Jammat-ul-Ahrar, el 10 de octubre de 2014 otro grupo de miembros escindidos de TTP, hicieron público el bayaat, juramento de lealtad, al “califa” al Bagdhadi y en enero de 2015 se oficializó por parte de Daesh la constitución de Wilayat Khorasan (“provincia” de Khorasan). La relación que mantienen entre ambos grupos es de unión, ya que ambos comparten muchas afinidades ideológicas así como objetivos estratégicos, pero no de adhesión y subordinación siendo uno de los puntos de divergencia el hecho que Jammat-ul-Ahrar reconocía como “Emir” al entonces líder de los Talibán afganos, el Mullah Omar, en detrimento de Abu Bkr al Bagdhadi. Pese a ello en un comunicado del grupo anunciaban que consideraban a la filial de Daesh en la zona sus “hermanos muyahidines” afirmaban respetarlos y tener en cuenta sus posibles peticiones de ayuda. En la revista Ihya-e-Khilafat, publicación en inglés de Jammat-ul-Ahrar, también se reproducían varios artículos en los que se defendía la propagación del califato a Pakistán. La defensa del “califato” también se hizo patente en un comunicado del grupo con ocasión de decimotercer aniversario de los ataques de 11S en EE.UU en el que ratificaba su promesa de continuar con la misión de sus “grandes mártires” hasta que lograr el establecimiento del “califato” en “cada rincón y esquina del mundo”.

La relación con otros grupos yihadistas de la región va más allá de lo puramente retórico y en ocasiones han colaborado de una manera casi empresarial formando lo que podría considerarse como el equivalente al terrorismo de una UTE (Unión Temporal de Empresas) operando conjuntamente con grupos posteriormente asociados a Daesh como se evidenció en agosto de 2014 en un ataque ejecutado conjuntamente con el Emirato Islámico de Uzbekistán (IMU) contra una base militar del Ejército pakistaní en Quetta .

Estas coincidencias con grupos de inspiración yihadista no ha sido óbice para que, al menos en el plano formal, surgiesen con Daesh claras divergencias en determinadas ocasiones como en el caso de atentado cometido por Daesh el 18 de abril de 2015 en la ciudad afgana de Jalalabad, cuando un suicida a bordo de una motocicleta cargada de explosivos se dirigió contra varios empleados del Gobierno y militares que esperaban para cobrar sus salarios. La detonación acabo con la vida de 35 personas y causó heridas a más de un centenar. Poco después el portavoz de Jammat-ul-Ahrar declaró que los ataques con bomba en lugares públicos servían para difamar a los muyahidines y que los autores del atentado nada tenían que ver con el Islam ni con los musulmanes. Estas manifestaciones un tanto sobreactuadas, a priori resulta un tanto cínico criticar acciones de factura casi idéntica a las que Jammat-ul-Ahrar ha realizado, puede tener como objetivo mantener los santuarios que el grupo posee en territorio afgano.

Esta presencia en Afganistán provoca fricciones con Pakistán que ha acusado a los servicios de inteligencia, no sólo afganos sino también de India, de apoyar a estos grupos, acusación rechazada por Kabul y Nueva Delhi y que en fechas recientes reiteró Sartaj Aziz, asesor del Primer Ministro pakistaní en materia de Seguridad Nacional y Asuntos Exteriores, cuando acusó abiertamente a los Servicios de Inteligencia de Afganistán de estar detrás del atentado suicida del hospital de Quetta. Estas declaraciones fueron realizadas sólo cuatro días después del ataque. Pakistán, por su parte ha sido acusado de mantener guerras proxy desde los años 80 del pasado siglo primero en Afganistán y posteriormente contra la India, guerra proxy que a su vez también se desarrolla en territorio afgano entre la India y Pakistán.

Para combatir esta amenaza, el Ejército pakistaní ha puesto en marcha diversos operativos que dejan entrever ciertos fallos de coordinación y que evidencian el protagonismo que tienen las fuerzas armadas de cara a enfrentar el problema del yihadismo. Pocas horas después del atentado de Lahore se desplegó un operación antiterrorista que comprendía no solo esa ciudad sino que se extendió a otras localidades de la provincia de Punjab. Esta respuesta que parecía adolecer de cierta precipitación se llevó a cabo sin la autorización el gobierno de Islamabad. Paralelamente, en otra muestra de actuaciones desproporcionadas, el gobierno provincial anunció la detención de 5.000 presuntos sospechosos de mantener vínculos de distinto tipo con el ataque. Tiempo después, fueron liberados la mayor parte de ellos a excepción de 216.

Esta preeminencia de la acción militar se pone de manifiesto en la implementación del National Action Plan, aprobado a finales de 2014, que tenía entre sus objetivos la prevención de la financiación del terrorismo así como medidas tendentes a la regulación de las madrasas, las escuelas coránicas, el monitoreo de manifestaciones radicales en la red y la prevención de discursos que fomentan el odio. Estas medidas apenas sí han tenido un aplicación real, en cambio si se llevó a cabo la entrada en vigor de la parte dispositiva que faculta a las Fuerzas Armadas, concretamente a sus tribunales, para instruir casos de terrorismo y que además estas viesen satisfecha su demanda de una suspensión de la moratoria sobre la pena de muerte.

Este escenario es terreno abonado para que la miríada de actores de inspiración yihadista que compone la poliarquía armada que opera a ambos lados de la línea Durand desarrollen, de cara a la obtención de apoyos y nuevos militantes, un discurso y una praxis que podría denominarse la “Tríada del odio” que estaría sostenida sobre los pilares del rechazo al gobierno federal, no sólo por las medidas adoptadas por este sino por su condición de “apóstata”, de exacerbar el odio a potencias extranjeras, personificadas en la India por el conflicto de Cahemira y en EE.UU, este último por su apoyo al Gobierno y por las acciones armadas que lleva a cabo en territorio pakistaní fundamentalmente mediante el empleo de drones en las que han podido perder la vida entre 424 y 966 civiles y finalmente de agitar el fantasma de enfrentamientos sectarios tanto étnicos como religiosos.

Este y otros grupos similares operan en un complejo tablero, en el que además participan directa e indirectamente los gobiernos de India y Pakistán poseedores ambos del arma nuclear. Estas potencias mantienen constantes y serias fricciones que generan peligrosas derivadas, como en el caso del conflicto de Kargil a finales del siglo pasado, contienda que además de situar al mundo frente a un enfrentamiento a gran escala entre dos potencias nucleares acabo siendo uno de los detonantes del posterior golpe de Estado en Pakistán. En este status quo juega un importante papel Jamaat-ul-Ahrar, organización que fue descrita por Saifulla Mahsud, jefe del FATA Research Centre, grupo de expertos independientes radicado en la capital pakistaní, en los siguientes términos:

Jammat-ul-Ahrar es actualmente el grupo más poderoso e influyente, sus amenazas deben tomadas muy en serio. Tienen una red en Punjab y capacidad demostrada para llevar a cabo ataques”.

 

Luis Antonio González Francisco es Diploma de especialización Análisis del Terrorismo Yihadista, Insurgencias y Movimientos Radicales (V Edición), Universidad Pablo de Olavide (Sevilla). Título propio en Fenomenología Terrorista: Bioterrorismo, Prevención Epidemiológica, Ciberterrorismo y Amenazas Químicas, Universidad de Granada.


[1] Yihad, es una palabra árabe que procede de el-yèhd, de género masculino, que significa fundamentalmente como verbo extraer, dedicarse a algo por entero y como sustantivo esfuerzo, trabajo pudiendo entenderse asimismo, por extensión, combate o lucha. Por ello, algunos arabistas consideran que, en español, debe utilizarse en masculino. En GUTIÉRREZ ESPADA, Cesáreo. “El yihad: concepto, evolución y actualidad”. Cuadernos de teología fundamental nº 4, año 2009. Puede consultarse en http://www.itmfranciscano.org/wp-content/uploads/cuadernos_completos/CTF_04_ALL.pdf

 

 

Editado por: Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI). Lugar de edición: Granada (España). ISSN: 2340-8421.

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