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La llamada de Trump con Tsai Ing-Wen: ¿farol o abandono de la ‘One-China Policy’?

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El 2 de diciembre de 2016, tras menos de un mes después de haber sido elegido como presidente de Estados Unidos (EEUU), una llamada intercontinental de Donald Trump ha destruido uno de los pilares de la política exterior de Washington. Trump mantuvo una conversación telefónica con Tsai Ing-Wen, presidenta de la República de China (Republic of China, ROC), una entidad estatal cuya existencia Estados Unidos no reconoce oficialmente.

El gesto ha provocado estupor en la diplomacia internacional, además de las reacciones negativas de Beijín, porque representa el quebrantamiento del ‘principio de una sola China’ (‘One-China Policy’ en inglés) de la política estadounidense. La República Popular de China (RPC) obtuvo el reconocimiento oficial de Washington después de que Estados Unidos dejara de reconocer la legitimidad internacional de la ROC, ‘refugiada’ en Taiwán después de la derrota sufrida a finales de los años Cuarenta, en una de las maniobras de realpolitik más importantes realizadas durante la Guerra Fría: la apertura estadounidense a la China comunista.

El acercamiento a Mao Tse-Tung fue el resultado de las negociaciones de Henry Kissinger, consejero de Seguridad Nacional de la administración Nixon, que estuvo preparando el terreno desde finales de los años Sesenta. El proceso tardó una década en producir un cambio histórico: en 1979, los Estados Unidos de Carter reconocieron la RPC de Deng Xiao-Ping como entidad legítima, despojando la ROC de su legitimidad y poniendo en práctica la política de ‘una sola China’, lo cual automáticamente convirtió Taiwán en una “provincia rebelde”, asunto cuya solución había que ser abordada como “asunto interno” por Beijín.

Sin embargo, nunca dejó de existir un vínculo histórico entre el Partido Nacionalista de Taiwán (Kuomintang, KMT) y ciertos sectores del partido republicano de EEUU (conocidos como la ‘lobby taiwanés’), que abogaban por no abandonar la isla.

¿Puede la llamada transpacífica del presidente designado Donald Trump acabar con el ‘principio de una sola China’, pilar de la política de Washington hacia Asia-Pacífico, respetado durante cuatro décadas?

Como la apertura a China se tradujo en el abandono de Taiwán, la apertura a Taiwán –si es que la llamada entre Trump y Tsai Ing-Wen representa una señal en ese sentido– podría ser interpretada como un intento de revertir el proceso y abandonar China.

A pesar de haber sido tachado de ingenuidad diplomática y riesgo estratégico, el gesto de Trump podría no ser tan descabellado.

Evidentemente, el peso geopolítico y económico de Taiwán no es comparable con el de China continental. Sin embargo, la sutil amenaza que, a partir de 2017, con Trump en la Casa Blanca, Estados Unidos de prioridad a unas renovadas relaciones con Taipei, podría presionar los líderes de Beijín para que no desafíen el equilibrio en el vecindario, ni se opongan a los intereses de Washington y de sus aliados, tanto en términos geoestratégicos, como a nivel económico comercial.

F. Saverio Angiò es Doctorando en Seguridad Internacional en el Instituto Universitario General. Gutiérrez Mellado/UNED. Actualmente es investigador visitante en King’s College of London. E-mail: saverio.angio@outlook.com