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Haitì: la isla perdida del Caribe

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Análisis GESI, 2/2017

“Siento que debo hacer todo lo posible para hacer una diferencia en Haití. Mi principal objetivo de ayudar al pueblo de Haití es darles viviendas, alimentos y empleos. Es desgarrador ver a los niños pequeños que duermen en el suelo en tiendas de campaña hechas de bolsas de basura. Espero que podamos poner fin a este tipo de pobreza no sólo en Haití, sino en el mundo entero”. Noah Munck

Referirnos a Haití, no es fácil, por el contrario, es hablar de una isla que pareciera, que independiente de los esfuerzos que se han llevado a cabo, sobrevive, día a día, para no hundirse más.

Tal vez estas primeras palabras suenan algo fatalistas, y de seguro que lo son, sin embargo, la situación de esta zona así lo devela o nos conlleva a concluir, muy apresuradamente, que esta premisa no está lejos de la realidad o por lo menos, nos impulsa a seguir promoviendo planes, desde al más alto nivel internacional, que permitan que este terreno logre albergar, a cientos de haitianos, de manera digna.

Ahora bien, no es menester de este trabajo, hacer una secuencia de la historia de este país, sino más bien, establecer solo aquellos aspectos del pasado que nos posibiliten comprender el hoy.

Aunque suene paradojal, este territorio, fue uno de los primeros lugares en los cuales desembarcó Cristóbal Colón, el segundo en obtener la independencia del imperio de Francia, luego de Estados Unidos,  y  el icono del éxito de la revoluciones perpetuadas por esclavos, formándose así, como la primera república “negra” de la región.

De esta manera, se abría un camino fértil, capaz de albergar las esperanzas de un país próspero. Sin embargo, no fue sí, por el contrario, su desarrollo estuvo estancado constantemente, más aún, cuando grandes potencias, como Francia (hay que recordar que fue su colonia hasta 1804) congeló cualquier tipo de relación, en especial económica, obstaculizando el crecimiento y empoderamiento de esta isla.

Pero más allá, de establecer algún tipo de culpabilidad, en estos sucintos párrafos, se puede advertir que se esperaba que la historia haitiana se iba escribir a través de otros tintes y no por los cuales se hizo, en donde la pobreza extrema, desintegración de la estructura político interna, la corrupción, la deforestación indiscriminada, los altos niveles de alfabetización e insalubridad, hicieron de esta nación, uno de los país más inestables del mundo.

Desde que se independizo de Francia, el Estado haitiano estuvo bajo el mando de diversos gobernantes, quienes en su mayoría llegó al poder por golpes de estado o mediante cuestionados procesos electorales, que solo limitaron el actuar de procesos políticos basado en valores democráticos.

Pero más allá, de establecer culpabilidad de algún tipo, en estos sucintos párrafos, se puede advertir que por lo menos se pensaba que la historia haitiana se iba escribir a través de otros tintes y no por los cuales se hizo, en donde la pobreza extrema, desintegración de la estructura político interna, la corrupción, la desforestación indiscriminada, los altos niveles de alfabetización e insalubridad, hicieron de esta nación un “Estado Fallido”.

De manera clara lo establece la investigadora de la Universidad de Chile, Maria Cecilia Añaños:

“Por «Estado fallido» se entiende, pues el colapso de instituciones estatales o la pérdida total o parcial de control del gobierno en Estados que han sido abatidos por un conflicto armado, guerra civil o que han sido objeto de una intervención militar extranjera. En este caso el Estado está imposibilitado de cumplir con sus funciones básicas de legislar, administrar y preservar el orden y la cohesión social. La referencia a este fenómeno, supuestamente nuevo, se basa principalmente en el argumento de que la ausencia de la ley y el orden en un Estado acarrearían consecuencias serias para la estabilidad y la paz mundial, dando a la «comunidad internacional» una razón para intervenir en ellos”. (Añaños, 2011: 56- 57).

Bajo esta conceptualización, se puede manifestar que desde su independencia, Haití se estaba desarrollando bajo este tipo de parámetros, haciendo mermar su devenir en los distintos ámbitos de acción.

Esta situación, tuvo como máxima expresión el año 2000. Durante ese año se realizaron las elecciones presidenciales y parlamentarias, las cuales fueron cuestionadas por la comunidad política, de ese entonces, estableciendo que solo un 10 % de la población había asistido a los sufragios y por ende, consideraban inacatable que el Jean Bertrand Aristide, asumiera la presidencia el 2001.

Sin embargo, de igual  manera, se mantuvo en el cargo, teniendo presente enemigos internos y externos, lo que se vio reflejado en la alta cantidad de partidos políticos de oposición y sociedades civiles, sindicatos, que comenzaron hacer de las calles, su campo de batalla. Las protestas se hicieron, cada vez más recurrente, los cuales fueron dirigidos por André Apaid y quienes apelaban a la dimisión del primer mandatario.

Aristide no se iba a quedar tranquilo y así lo hizo. Le pidió a Amiot Métayer del Frente Revolucionario de Resistencia de Artibonite  (FRRA) y que era un partido pro gobierno, que se hiciera cargo de esta situación. Para ello, estableció fuerzas irregulares, denominadas chimères, quienes cometieron grandes enfrentamientos en contra de la oposición, hasta el punto de quemar las casas de estos personeros. (Rey, 2005: 113)

Este acontecimiento, tuvo altas consecuencias a nivel internacional, provocando que la Organización de Estados Americanos (OEA) le pidiera al presidente encarcelar, a la brevedad, a Métayer. Este hecho aumentó el grado de incertidumbre, reflejando una mayor disconformidad social, ya que quienes apoyaban al gobierno, tras este hecho, se volcaron en su contra.

El grado de conflictividad fue tal, que se agolparon en la afueras de la cárcel haitiano y mediante enfrentamientos con la policía, lograron la liberación de Métayer, quien finalmente fallece en septiembre de 2003, en dudas circunstancias. Por ello, su hermano, Butteur, decidió tomar la venganza mediante las armas y se unió al partido, archirival del presidente el  FRAPH,  quienes eran  el grupo paramilitar derechista. Además, comenzaron a volver partidarios del exilio, perneando aún más, la seguridad del Estado. (Rey, 2005: 113)

Fue tal el desconcierto, que la Comunidad del Caribe (CARICOM),  con a finalidad de formularse como un organismo mediador, presentó, e 31 de enero de 2004, el “Plan de Acción Previo, como asimismo,  en febrero de ese mismo año,  el  “Plan de Aplicación”, el cual contó con la colaboración del Grupo de los seis: Canadá, los Estados Unidos, Francia, la OEA y la Unión Europea. (Rey, 2005:113)

Ambos planes fueron aceptados por el gobierno y los cuales, buscaban desarrollar instancias de carácter político- democráticas, para poder estructurar un Estado de acuerdo a estos parámetros, y sin duda, posibilitando disminuir el descontento de la población, permitiéndole culminar el mandato presidencia.

Pero nada de ello sucedió a tal punto que solo aumento el vacío político de Haití, debido a que ningún plan iba a ser capaz de limitar la confrontación social que se estaba viviendo. Hay que recordar que en ese entonces, el propio FRRA, comenzó a tomarse las ciudades, hasta el punto de derrocar a la policía.

Fue así, que el 29 de febrero Arístides dimitió y se fue al exilio. Ello, provocó el presidente del tribunal supremo Boniface Alexandre, actuara como presidente interino hasta el 2006. Luego, fue elegido el presidente René Préval, quien mando desde 2006 al 2011, momento en el cual,  fue entregado el bastión de mando, Michel Martelly.

Sin duda, que el 2004 fue el año en que Haití develaba a al comunidad internacional, su incapacidad gubernamental en los diversos campos de acción, conllevando a un estancamiento político, el cual desde sus inicios estuvo marcado por golpes de estado o mediante procesos corruptos o por lo menos cuestionados, provocando que la alternancia del poder estaba asumida solo por algunos pocos lideres.

Además, reflejaba un estancamiento social,  reflejado por una población marginada de todos servicios básicos, educación, salud y sobretodo, victimada de un sin numero de acontecimientos  que violentaban sus derechos humanos.

La realidad era dura y la comunidad internacional así lo estimaba  a tal punto, de desplegar una operación de paz, mucho más robusta en mandato como en contingente, denominada “Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití” (MINUSTAH).

Sin embargo, antes de explicar el trasfondo de esta operación, es primordial, aclarar que no era la primera vez, que Haití era intervenida y ya desde 1990, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), estipuló  la necesidad imperante de desarrollar instancias, de diversa índole,  que permitieran disminuir los factores de riesgos que existían y que conllevaban a mermar la paz y seguridad internacional, en general y específicamente,  la región.

Como decíamos, el año 1990 y teniendo la autorización del gobierno de ese entonces,  desplegó el “Grupo de Observadores de las Naciones Unidas para la Verificación de las Elecciones en Haití” (ONUVEH), cuya finalidad era supervisar las elecciones. Un año más, tarde debido a un golpe de estado, nuevamente la ONU en conjunto con la Organización de Estados Americanos (OEA), en 1993, enviaron una “Misión Civil Internacional en Haití” (MICIVIH). [1]

Estos hechos hicieron eco en el Consejo de Seguridad, estableciendo la primera operación de mantenimiento de la paz en el país, denominada “Misión de las Naciones Unidas en Haití” (UNMIH), pero que lamentablemente, fracaso, ya que no obtuvo el apoyo militar nacional necesario, para desarrollar, correctamente, su mandato[2].

Con ello, ya se esgrimían los primeros cimientos de que, este tipo de accionar, iba hacer de la incertidumbre, su constante.

“En julio de 1994, el Consejo de Seguridad autorizó el despliegue de una fuerza multinacional de 20.000 efectivos para facilitar el pronto regreso de las autoridades legítimas, mantener un entorno seguro y estable en el país y promover el estado de derecho. La fuerza multinacional fue seguida de otras misiones de las Naciones Unidas de 1994 a 2001, incluida la propia UNMIH, que asumió plenamente sus funciones en marzo de 1995, la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Haití (UNSMIH), la Misión de Transición de las Naciones Unidas en Haití (UNTMIH) y la Misión de Policía Civil de las Naciones Unidas en Haití (MIPONUH)”[3]

Pasaron solo 3 años, para que se volviera a considera el despliegue de otra misión más, ya que durante ese tiempo, específicamente, en febrero de 2004, hubo una serie de revueltas sociales que provocó focos de completa inseguridad en todo el país, conllevando a propagar un escenario en donde los enfrentamientos eran, cada vez,  más crueles a tal punto que murió un número indeterminado de víctimas.

Sin duda, que este panorama era un reflejo de una crisis política de tal implicancia, que hacía que los niveles de conflictividad aumentarán. Por lo cual, la ONU despliega mediante resolución 1529, la “Fuerza Multinacional Provisional” (FMP) con la finalidad de desarrollar un proceso político pacífico y constitucional a través de lograr mantener un entorno seguro y estable.

Es importante considerar que esta operación se realiza bajo el Capítulo VII, de la Carta de las Naciones Unidas, por lo cual, autorizaba a desarrollar todas las medidas coercitivas necesarias (económicas, políticas judiciales) y hasta el uso de la fuerza, en caso de ser necesario, lo que sin duda, reflejaba e grado de conflictividad y por ende, lo que se esperaba.

Po ello, no es de extrañarse, que la comunidad internacional, comprendió, ya desde ese entonces, que por más reformas que se quisieran desarrollar en los distintos ámbitos de acción, político, social y económico, la situación apelaba a cambios más radicales y profundos. Es así,  como el 30  de abril  de ese mismo año mediante la resolución 1542, se autoriza la “Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití” (MINUSTAH), mediante la (2004), la cual se tenía que poner en práctica el 1 de junio de ese año e integrando la FMP.

El mandato de esta operación ha variado con el tiempo, ya que ha debido responder a las diversas necesidades que le ha planteado este país a lo largo de este tiempo, sobre todo, tras el terremoto que se produjo el año 2010, lo cual conllevó no solo a variar la cantidad y las características del contingente estipulado, sino que también, sus planes de acción.

Hasta el día de hoy la MINUSTAH está presente en esta zona de acción y como bien decíamos anteriormente, con especificaciones propias de los desafíos actuales. Sin embargo, esta permanencia (dilatada para muchos) ha conllevado a una serie de cuestionamientos, tanto en la población, organismos no gubernamentales y hasta en los mismos partidos políticos haitianos, respecto al devenir propio de la misión.

 

MINUSTAH:

Es importante, antes de permitirnos realizar algunas reflexiones sobre la permanencia de los cascos azules en esta zona o algún otro tipo de juicio, tener presente como factor primordial, el objetivo puntual por la cual fue creada esta misión y cuál ha sido su evolución, como lo disipamos de manera muy sucinta, anteriormente.

El mandato de la MINUSTAH (resolución 1542/2004), fue también autorizada bajo el concepto  del Capítulo VII  de la carta de San Francisco, con la finalidad de poder gestionar, adecuadamente, un mandato que debía reflejar velar por los siguientes 3 ejes de acción:

  • Entorno seguro y estable.
  • Proceso político.
  • Derechos humanos”[4].

Más allá, de las particularidades de cada uno de estos factores a desarrollar, lo que buscaba este despliegue de tropas, era poder generar las condiciones necesarias y pertinentes, desde el más alto nivel político, que permitieran que esta zona volviera a la normalidad y así, poder desarrollar instancias propias de un gobierno democrático, a través, por ejemplo de elecciones de los distintos poderes del Estado, como asimismo, resguarda el correcto desarrollo de los haitianos.

Para lo cual, vuelve a esgrimir la necesidad de poder contar con el apoyo regional: la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Comunidad del Caribe (CARICOM) y considerar con el apoyo civil correspondiente, 1.622 miembros de la policía civil (como máximo),  un componente militar de 6.700 efectivos (como máximo) y un Representante Especial.[5]

De esta manera, se configura una misión robusta desde su génesis, con un mandato caracterizado por una autorización amplia de su gestión, como asimismo, considerando el personal idóneo para una operación, que desde ya se vislumbraba de largo aliento.

Durante los siguientes 4 años, el mandato de la misión fue variando, básicamente, con la finalidad de poder responder de manera eficaz y eficiente a los desafíos que se le iban imponiendo en el ámbito político, social, económico y en seguridad. Por ello, no es de extrañarse, que durante este periodo, la MINUSTAH busca desarrollar operaciones orientadas a esta finalidad, mediante un contingente capaz de abordar desde esas perspectivas la situación, aún desequilibrante, en Haití.

Hay que señalar que estas variaciones en el mandato, eran reflejo de que aún el país necesitaba apoyo de este organismo internacional en los diversos campos de acción, ya que, aunque cada vez eran menor los momentos de alta tensión, de igual manera, esta zona estaba bajo la amenaza inminente que en cualquier momento esta “seudo paz”, volvería a punto cero.

La razón de ello, radica, principalmente, en que el país aún estaba sumergido en un desequilibrio político, que dejaba un Estado de Derecho a la merced de la suerte. Además, esta situación cobrara más potencia, al contar en la capital del país, Puerto Príncipe, con una zona altamente peligrosa, denominada Cité- Soleil, la que sumida en una  marginalidad, criminalidad y una extrema pobreza, albergaba a las pandillas más peligrosas del país, las que eran conocidas como “quimeras”

Este aspecto es fundamental de tener presente, ya que estos grupos, los cuales eran firmes defensores del ex presidente haitiano, Arístides, claramente, veían en la ONU un enemigo ineludible, por lo cual  el alto nivel de conflictividad en este terreno, conllevaba a la MINUSTAH considerar fortalecer su actuar, sobre todo en el ámbito de seguridad.

Por ello, fue importante la entrada en ese contingente, países como Brasil, quienes están encargados, desde sus comienzos, de velar por el resguardo de este sector, al contar con la experiencia de las Favelas de este país

Sin duda, que  estos cambios en el mandato ayudaron a realizar mejorías en el país, pero, aun así, la situación no conllevaba a emprender la retirada y por ello, se suspendió el plan de consolidación que se había aprobado el 2008, el cual buscaba en los siguientes tres años, sentar las bases propicias para el retiro de la MINUSTAH.

La base de esta decisión era la existencia de problemáticas derivadas del ámbito de seguridad y estabilidad política. De esta manera, además de congelar el plan de consolidación, el Consejo de Seguridad, decidió establecer nuevas tareas a la misión mediante la resolución 1892 de octubre de 2009, y cuya finalidad era poder mermar estas problemática, mediante el diálogo político de los distintos actores y así, desarrollar elecciones estipuladas para el siguiente año (2010)

Peor aún quedaba más, ya que lamentablemente debido al terremoto que azoto a este país el 12 de enero de 2010, el escenario cambio y por ende, la misión también. Es así, que mediante las resoluciones 1908 y 1927, impulsadas en enero y junio de ese año, respectivamente, se aumentó el contingente en apoyo a las tareas inmediatas de recuperación, reconstrucción y estabilidad.

Es  importante considerar, que de igual manera el Consejo de Seguridad instó a la MINUSTAH que siguiera cumpliendo su mandato, haciendo hincapié en seguir desarrollando instancias que permitieran mejorar las capacidades de seguridad y política de este país y específicamente en poder prestar apoyo en todo lo referido a las futuras elecciones, mediante la colaboración con otros interesados internacionales, como la OEA y para lo cual, la ONU decide aumentar el contingente en todas sus dimensiones.

Pero se sabía que esto no iba ser fácil, porque con la ya mermada situación política social y económica de este país, había que agregarle los estragos que provocaba un hecho de este envergadura, en donde solo cantidad de desplazados de ese entonces, conllevaba a empeorar este escenario, marcado por la desolación de un pueblo, que veía como se desplomaba lo adquirido en el último tiempo, que se codeaba con los cientos de muertos apilados en las calles, los cuales además de presentar una escena desgarradora, aumentaba la situación sanitaria paupérrima con que contaba este país.

Como la misma página de la ONU señala en uno de sus apartados:

“Se preveía que el refuerzo fuera bastante amplio pero razonablemente breve o con una duración aproximada de dos años, lo suficiente para asegurar que la cantidad de personal de mantenimiento de la paz no fuera contraproducente para la ayuda que la ONU prestó al Gobierno de Haití y la Policía Nacional para asumir la responsabilidad de la seguridad del país. Todo ello supuso una complejidad añadida”[6].

Sin duda, que este panorama no era y no iba ser tal, por ello el Consejo de Seguridad, aprueba la nueva resolución 1944, de octubre de ese año, para fortalecer el apoyo a las nuevas elecciones. Sin embargo, el descontento social, provoco el surgimiento de nuevas revueltas, debido al proceso electoral de ese entonces, el cual finalmente se concluyó en abril de 2011 dejando como presidente democráticamente electo, al Sr. Michel Martelly

Tras ello, la MINUSTAH ha estado bajo el alero de diversas resoluciones, siendo aprobada la última de ésta en octubre de 2015. No es menester hablar de cada de estas, pero es primordial advertir que la resolución 2070, de octubre de 2012, no solo se prorrogó el mandato, sino que dio los cimientos para el devenir de la misión y que es nuevamente, desarrollar un Plan de Consolidación, el cual mediante las resoluciones siguientes e informes del Secretario General sobre la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití  ha conformado la base para el permitir el termino de misión, considerando para ello dos factores fundamentales: disminución del contingente y desarrollo de instancias democráticas.[7]

En este contexto, se establecía ajustar la cantidad de personal desplegado en la zona y estableciendo, que la misión  estaría conformada hasta 7.340 tropas de todos los rangos y un componente policial de hasta 3.241 (los que deberían disminuir con el tiempo por el progreso alcanzado), como asimismo, potenciar la fuerza  de la Policía Nacional Haitiana.

 

La permanencia de los cascos azules:

Más de una década se ha cumplido desde el día en que se estableció la MINUSTAH, específicamente, 12 años. Con ello resurge la ya recurrente, pero no por eso menos importante, interrogante sobre la necesidad de mantener esta operación en la zona.

Responder no es para nada fácil, por el contrario, se debe abordar esta problemática desde una perspectiva lo más global posible, ya que como veremos, cada una de estas directrices, es parte de un ámbito de acción, pero a la vez de un todo. El pequeño temblor en una parte de estas partes,  puede provocar un terremoto, en el escenario completo.

Considerando lo expuesto y el devenir que ha tenido la MINUSTAH y como hemos visto, se ve reflejado en las diversas resoluciones que ha conllevado esta misión, se deben poner en la balanza como este organismo internacional ha logrado avances o no en esta operación. En ese sentido, es propicio establecer cómo esta “hoja de ruta” ha logrado su desarrollo y que mejor que hacerlo, mediante, justamente el denominado “Plan de Consolidación de  la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití para el período 2013-2016” que la misma ONU consideró planificar y desarrollar, durante los años establecidos, de acuerdo al informe del Secretario General sobre la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (S/2013/139)

Ahora bien, se debe considera, desde ya, que este plan se establece como tal, teniendo presente el progreso que había tenido este país, coadyuvando que justamente, a que se limitara el aporte militar y policial, permitiendo sobre todo que este último, se encargada de la institucionalidad de una Policía Nacional, eficaz y eficiente, mediante diversos cursos de acción, como asimismo, las distintas acciones que se estaban llevando a cabo por medios de los mismo actores nacionales y locales, permitiendo así una integración en el desarrollo democrático nacional.

Advirtiendo lo anterior, este plan se considera como base lo siguiente:

“La consolidación de la Misión prevé una transferencia progresiva de funciones a las autoridades nacionales, pero también la prestación de asistencia de la Misión a los asociados internacionales, tanto del sistema de las Naciones Unidas como de carácter bilateral y multilateral. A lo largo del año próximo, la MINUSTAH colaborará con el Gobierno y sus asociados internacionales, en particular el equipo de las Naciones Unidas en el país, con el objeto de acordar los compromisos mutuos necesarios para la transición de la Misión, incluida la elaboración de una estrategia de movilización de recursos para ayudar a los asociados de las Naciones Unidas a subsanar las carencias en este sentido”.[8]

Para lo cual, se establecieron cuatro pilares a desarrolla para lograr este cometido: “Desarrollo de la capacidad de la policía haitiana”; “Desarrollo de la capacidad electoral”; “Estado de derecho y los derechos humanos” y “Cuestiones claves de gobernanza”[9].

Considerando estos cuatro aspectos y el desarrollo de cada uno de estos, teniendo presente el último informe (S/2015/667), se establece lo siguiente.

En relación al primer punto, se ha podido aumentar la capacidad de la fuerza de la policía haitiana, permitiendo que se logre desarrollar adecuadamente el objetivo establecido en esta materia el que pretende fortalecer esta institución esencial para el correcto devenir del Plan de Consolidación, mediante el aumento de su capital humano a través de mejoras en su preparación académica, como asimismo, aumentar el índice de egresados, entre otros aspectos.

Un ejemplo de ello, es que se aumentó la cantidad de policías lo que ha conllevado establecer una cifra de 11.900 efectivos, los que se ven reforzados por la integración de 1.500 oficiales. De esta manera, no solo permite el mejoramiento de la dotación en cuanto a números, sino que también, se debe destacar que estos son entrenados en la Escuela Nacional de Policía de Haití, posibilitando verificar de un progreso sustancial en este materia, ya que no hay que olvidar que esta es una tarea transcendental para el correcto desarrollo del país y que justamente,  por factores como la corrupción, no se contaba con un cuerpo de seguridad permanente y los estándares que les compete a su labor.

Es más, según los datos entregados en este ámbito por la ONU, se considera que nunca había existido, este número de contingente en la policía haitiana y se espera que aumente aún más, cuando a fines del presente año, se licencien 1.500 alumnos.[10]

En cuanto al “Desarrollo de la capacidad electoral” de Haití, que busca crear las condiciones necesarias para que el gobierno haitiano tenga la suficiente madurez política para asumir los desafíos que se le presentarán en este ámbito cuando la MINUSTAH deje este territorio, aún no ha podido manifestarse del todo y aunque ya el 2015, vimos que este nuevo escenario se estaba haciendo visible, al desarrollarse en agosto la primera vuelta de las elecciones legislativas, todo se mermó cuando el 27 de diciembre del año pasado se bajó la cortina democrática.

Ahora bien, no hay que dejar de señalar que estos comicios efectuados en agosto de una u otra manera cimentaros las bases del Consejo Electoral Provisional (CEP) como un actor primordial para el avance político necesario que permita la consolidación democrática de este país. Es más, y que pese a que hubo manifestaciones durante este acto y que se especuló, mediante los medios de comunicación social, de sabotaje electoral, de igual manera, se llevaron a cabo estas elecciones y es más, se decidió repetir estos comicios en 22 de los 119 distritos. Claramente, no es un panorama adecuado para este tipo de instancias democráticas, pero por lo menos, se abrió la puerta de una actitud tan fundamental que es  querer hacer mejor las cosas.

Sin embrago, en contra de ello, pese a que el Ejecutivo en un principio, obtuvo una mayor credibilidad en este contexto, no solo al apoyar estas elecciones al formular el calendario electoral para el 2015, sino que también aumento el financiamiento aportando 13,4 millones de dólares al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), como asimismo, otorgando 6 millones de dólares para mantener la seguridad  y logística propicia para estos eventos, este panorama ya no es tal.[11]

Este hecho, se debe a que ni los avances realizados por el CEP o la entrega de más recursos para el correcto desarrollo democrático, han permitido, en primera instancia, realizar la tan anhelada segunda vuelta de la elección presidencial y por ende, como segunda aspecto y en total concordancia con la anterior, este hecho no solo ha vuelto abrir discusiones entre los partidos políticos haitianos, sino que también este debate ha llegado hasta cuestionar el real apoyo de instituciones externas, principalmente de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Sobre el por qué y consecuencias de esta situación, nos referiremos más adelante.

En cuanto, al tercer punto de estabilización, que tiene como finalidad que la MINUSTAH apoye al gobierno para reforzar los mecanismos de supervisión y rendición de cuentas del estado de derecho y avanzar en la reforma legislativa, se han logrado avances al mejorar los procedimientos atingentes a esta temática, como permitir la inclusión necesaria de diversos actores en el nuevo Código Penal. 

A lo que se une que el Consejo Superior del Poder Judicial estableció ocho lineamientos sobre cuestiones disciplinarias. Entre ellas, se destaca que en dos de éstas, se considera que en caso de que exista una duración excesiva de prisión preventiva hacia una persona, al juez encargado del caso, se le suspende el empleo y sueldo[12].

Teniendo presente, el punto anterior y en concordancia de con este pilar, se debe todavía hacer más hincapié en el ámbito de los derechos humanos, sobre todo, hacia aquellas personas que se encuentran en la cárcel, más aún, cunado están bajo el concepto de prevención, ya que  las condiciones son realmente,  inhumanas, no solo por el exceso de población en las celdas, sino que también, por la alimentación paupérrima.

Además, no hay que olvidar que el año pasado, no se nombró a ningún representante del gabinete para esta transcendental labor, sin en prejuicio que la MINUSTAH siguió prestando apoyo a la Oficina del Ombudsman, mediante capacitaciones al personal, como asimismo, a través de la elaboración de una estrategia para este ámbito a corto plazo y otro para un periodo más amplio, 2018.

Finalmente, en temas de gobernanza que tiene como propósito fomentar el diálogo sobre un mínimo consenso político respecto de las elecciones y la agenda legislativa, así como apoyar el fortalecimiento de las instituciones del Estado a nivel central y local, pese a que se han logrado procesos de diálogos entre actores políticos y organizaciones de las sociedad civil, carecen de un proceso de fortalecimiento de gobernanza democrática, al entramparse en disputas políticas que debilitan las instancias de estas características.

Ahora bien, tampoco se puede dejar de establecer que la MINUSTAH ha logrado avances, en cuanto la administración de los recursos del sector público, mediante cursos de capacitación que van en pleno beneficio de los trabajadores de este ámbito, posibilitando de hacer una gestión pública acorde a las necesidades y haciendo de este, un proceso más transparente.

Sin duda, con el análisis que hemos hecho a  través de datos duros, podemos ya estipular que han existo avances  importantes para la nación, logrado progresos fundamentales en el ámbito de la seguridad y que ha permitido, justamente disminuir el contingente de 5.021 a 2.370 efectivos en total. Asimismo, se ha comenzado una reducción sustancial de las oficinas de apoyo de la ONU, permitiendo establecer nuevas de éstas,  en lugares más necesitados y con personal del país.[13]

Sin embargo, este plan de igual forma,  está sujeto a grandes falencias que se deben considerar.

Una de ellas, sin en desmedro de otras, es el tema la situación humanitaria en Haití, la que ha tenido importantes desniveles en su acción, básicamente como reflejo de la cantidad de enfermos de cólera, como asimismo, la reducción del financiamiento, que sin duda, mermar cualquier programa preventivo que se quiere gestionar para la enfermedad expuesta u otras de esta índole.

De manera clara es considerado en el último informe (S/2015/667):

“El Ministerio de Salud comunicó que entre el 1 de enero y el 1 de agosto se habían registrado 20.509 posibles casos de cólera y 175 muertes. El aumento de los casos que se comunicó a finales de 2014 y en los primeros cuatro meses de 2015, en comparación con el mismo período de 2014, comenzó a mostrar signos de remisión”[14].

Sin embargo, la situación es alarmante, ya que los brotes masivos de cólera en la población haitiana, pueden surgir en cualquier momento, considerando que no existe agua potable en el país y la cual es abastecida por los cascos azules, mediante los procesos de limpieza que realizan en sus propios cuarteles. Además, no debemos olivar, que desde sus comienzos, este hecho provocó fricciones entre la organización y la ciudadanía, ya que este brote se habría producido por un contingente azul.

Además, hay que agregar, como segunda problemática, pero no por eso menos importante, referida al desarrollo de los segundos comicios electorales, los cuales se han aplazado a tal punto que Haití está en un proceso de transición política, la cual no solo ha conllevado presiones por y entre los partidos políticos, sino que también a provocar fricciones entre el sector político haitiano y la comunidad internacional, puntualmente aquella referida al ámbito regional: OEA

 

Factor OEA:

“Hace treinta años, desde la caída del régimen despreciado de los Duvalier, que el Pueblo haitiano lleva una lucha constante para poder gozar plenamente de sus derechos, disponer soberanamente de sus recursos y sus riquezas, seleccionar los proyectos y programas políticos que definen nuestra vida en común y elegir a sus líderes con toda transparencia, en una palabra construir su sistema democrático. Todavía hoy, poderosas fuerzas tanto locales como extranjeras bloquean el camino de esta noble aspiración, no obstante los principios que rigen la OEA. El tratamiento reservado para Haití demuestra, por desgracia, que en el seno de esta Organización esos principios son de geometría variable” (Felix , 2016: 2)

Este es uno de los párrafos que compone la carta abierta que escribió, el 1° de febrero de este año, el coordinador del partido AKAO, Junot Felix,  al Secretario General de la OEA, Luis Almagro. El contexto de estos dichos, tienen que ver con los últimos acontecimientos que se han desarrollado en Haití, debido a la postergación de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.

Es importante recordar, que el 25 de octubre de 2015 se celebró la primera vuelta de las elecciones presidenciales, legislativas y municipales. Sin embargo, de acuerdo a los resultados, se manifestó la necesidad de volver a repetirlas, pero haciendo hincapié que esta actividad había sido desarrollada, adecuadamente, lo cual fue ratificado por diversos organismos, como el Consejo Electoral Provisional (CEP) y la Misión de Observación Electoral de la OEA,

Sin embargo, esta segunda vuelta hasta el día de hoy no se ha realizado. Hay que recordar, que el ex presidente, Michel Martelly, no tuvo a quien hacerle el traspaso del poder al terminar su mandato en febrero, por lo cual está en este cargo, hasta el día de hoy y de manera provisional, el presidente del Senado, Jocelerme Privert.

Esta situación, ya la previa el gobierno de Martelly, quien a principios de este año, le pidió al Secretario General de la OEA, que esta organización regional enviara al país una misión mediadora con el propósito de poder llevar a cabo estos comicios, argumentando la necesidad de contar con su apoyo para establecer un proceso limpio, transparente y sobre todo, capaz de fomentar una instancia democrática. La OEA, escucho y  aceptó.

Es así como el 27 de enero, el Presidente del Consejo y Representante Permanente de Antigua y Barbuda, Ronald Sanders, se dirigió al  Consejo Permanente del organismo, manifestando:

“La Misión será enviada por el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, y que entre sus trabajos estará entablar un diálogo con todas las partes pertinentes”[15]

A ello, se le sumaron las palabras del Secretario General, Luis Almagro, quien afirmó:

“El mandato y los límites bajo los que actuará la Misión “deben estar dados por el gobierno legítimo de Haití de este momento. Cualquier otra acción que fuere más allá de eso sería una injerencia que ni Haití desea y nosotros mucho menos. (…) La conclusión exitosa del proceso electoral en Haití es de crucial importancia, y a tal fin se deben fijar las fechas de la segunda vuelta presidencial a la mayor brevedad posible. Es fundamental que haya contienda electoral y que no se trate de un plebiscito o un referéndum sobre un solo candidato (…). Los haitianos deben acordar un mecanismo por un período temporal claramente definido y lo más breve posible, dentro de un esquema que sea refrendado por la Suprema Corte de Justicia”[16]

Sin embargo, este tipo de alocuciones no dejaron contento, por lo menos al frente interno, quienes han demostrado su total rechazo que este organismo regional sea parte de esta actividad primordial para el desarrollo del país.

Pero ¿por qué no quieren este apoyo?, básicamente se podría decir que no aceptan su ayuda, por considerar que solo buscan sus interés. Ha sido tal este enfrentamiento, que ha permitido que los distintos partidos políticos del país, que no son pocos, se han unido y alzado sus voces para notificar esta situación.

En un comunicado de prensa emitido el 28 de enero, tras horas de las palabras esgrimidas por la OEA,  el grupo de candidatos a la presidencia comprometidos en el proceso electoral, denominado Grupo de los ocho, (G-8), argumentaron su postura mediante los tres siguientes puntos:

1.- “La OEA es el principal responsable de la crisis actual por haber favorecido en el año 2010, la llegada al poder de un candidato que no había recibido el apoyo popular necesario como para ganar las elecciones: el Señor Michel Joseph Martelly, una penosa criatura de la OEA. Lo que es confirmado por otra parte por numerosas declaraciones y denuncias del anterior representante de la OEA en Haití, el Señor Ricardo Seiteinfus

2.- La OEA apoyó siempre al presidente que ella misma fabricó para Haití, en todas sus desviaciones, a lo largo de su quinquenio.

3.- La Misión de observación electoral de la OEA, declarando que las elecciones eran aceptables, ha dado prueba de su falta de seriedad, pero es lo contrario y ha quedado establecido, tanto por los observadores nacionales como por algunos observadores internacionales, entre ellos el politólogo belga Joris Willems, como por la comisión presidencial de evaluación electoral independiente. La OEA deja en evidencia entonces, de manera indecente su comportamiento partidario. Por ello le es absolutamente imposible hoy jugar un rol de mediador”.[17]

Con este tipo de declaraciones el G-8, no solo comenzó a desarrollar una serie de instancias, tanto comunicacionales, como marchas populares, con el propósito de desacreditar a este organismo regional, al establecer su incapacidad de actuar al alero de su cuestionado comportamiento, sino que también con estas fuertes acusaciones, se engendra en el ambiente haitiano, la desconfianza hacia el apoyo internacional, en general, siendo la OEA una pieza más en este ajedrez.

Y como decíamos en un comienzo, este tipo de acusaciones se basaría en establecer que estos organismos solo buscan su propio beneficio político, mermando la capacidad de autogobernabilidad  y autodeterminación de Haití y que para ello, desarrollarían acciones que así lo validen: ocultando información y respaldando el sector político que les convengan (como supuestamente lo hizo el 2010)

En una columna de opinión de Leslie Péan, señala que el Informe emitido por Comisión de Evaluación Electoral independiente  (CEEI), es una muestra de ello, al manifestar en sus 14 hojas que las elecciones realizadas estaban acorde a los estándares estipulados,  pero a sabiendas de que no era tal, argumentado que:

 “En Haití, se ha confirmado el sentimiento generalizado entre la población de que las elecciones del 25 de octubre 2015 representa una vasta operación de fraude electoral planificada. Hay que tener en cuenta que la CEEI, creada por el propio presidente Michel Martelly, no pudo operar como una verdadera entidad independiente, debido a los conflictos de intereses inherentes a su creación”[18].

Ello, se vería reforzado en que este organismo habría manifestado que las elecciones tenían una serie de irregularidades, sin embargo, no hizo nada y más aún, que el Consejo Electoral Provisional (CEP), que dicho sea de paso, era el referente de las buenas practicas desarrolladas en pos de la democracia, habría hecho caso omiso a esta situación, instando al CEEI a no desarrollar ninguna medida legal en contra quienes resulten responsables.

Esta acusación estaría reforzada con los siguientes datos:

  • Más del 57% de los votos registrados no llevan firmas de votantes.
  • Más del 30% de los votos escrutados, no están vinculados a un número de Documento Nacional de
  • Identidad (CIN).
  • Más del 46% de los números en los registros de votantes son falsos.
  • Más del 43% de las actas (PV) controladas llevan raspaduras y cifras modificadas
  • Más del 76% de las irregularidades en las actas controladas no se han registrado en “actas de irregularidad”
  • Más del 39% de los votos emitidos por acta no existen en los padrones electorales
  • 40% de las actas no han sido preparados de acuerdo con los requisitos del Decreto Electoral y son incompletas”[19]

Sin duda, más allá, de la veracidad que le competen a los argumentos esgrimidos, una cosa está clara, esta situación, pone en jaque el devenir de la MINUSTAH y Haití, principalmente, ya que ello, ha conllevado a una instancia de descontento social, a tal punto, que no solo hace cuestionar los comicios realizados o el futuro que viene, sino que aun peor,  está haciendo cuestionar el rol de la comunidad internacional

Aquí, no nos estamos refiriendo a un país que recién está bajo el amparo de la ONU, en el cual se podría comprender de mejor manera este sentir, sino por el contrario, estamos hablando de un Estado, que en distintas épocas de su existencia ha convivido con la bandera azul y tras 12 años de MINUSTAH, cuestiona su actuar.

Lo peor de todo, que esta fricción  político-social, no es por un tema ni sanitario, económico o de seguridad, sino por un tema basado en la confianza que le prestan a los organismo internacional o regionales, haciendo alusión a formar parte de los intereses políticos de terceros o que simplemente, no les interesa de verdad que los haitianos logren su desarrollo democrático. Este punto me parece aún peor.

La columnista, Leslie Péan señala:

“El Informe disfrazado no ofrece ninguna medida sería de remediación. En este sentido, refleja las instrucciones del embajador de Estados Unidos Peter F. Mulrean, que dijo que lo importante es el proceso. ¡No puede haberlo dicho mejor! Los bandidos legales lo habían entendido y confiscaron el proceso electoral hace mucho tiempo con el fin de mantener el poder celosamente. Mediante la creación de una multitud de partidos políticos falsos (…) Nos negamos a entender que el pensamiento arcaico que impone un compromiso entre verdugo y víctima nos cuesta muy caro desde hace ya 212 años. El resultado es la demonización de Haití y la desaparición de toda perspectiva de futuro”.[20]

Es relevante considerar, que este ambiente se agita,  aún más, porque existen organizaciones no gubernamentales  que se oponen a que continuara la MINUSTAH en dicha zona, teniendo la misma base argumental. No olvidemos que estos grupos civiles de índole de sindicatos, estudiantes, de derechos humanos, entre otros, ya habrían alzado sus voces, el año 2010, cuando se agruparon y discutieron esta problemática en un Foro Internacional[21] desarrollado en Haití y en donde acusaron, abiertamente, que tras el terremoto, la comunidad internacional y aquellos ONGs, ligadas a ésta, solo llevaron a cabo acciones humanitarias de acuerdo a sus intereses y permitiendo la obligación de seguir renovando el mandato de la MINUSTAH.

Este tipo de situaciones se han seguido repitiendo, y con altos reportajes de aprobación por parte de la sociedad civil de Haití y que sin duda, adquieren mayor connotación bajo el escenario establecido, el cual nos refleja que esta situación solo menoscaban, el fortalecimiento del status quo.

Ahora bien, independiente de esta atmósfera, la OEA asumió su compromiso y envió una a Misión Especial en Haití, encabezada por el Presidente del Consejo Permanente del organismo y Representante Permanente de Antigua y Barbuda, Sir Ronald Sanders cuyo propósito, es fomentar el dialogo entre los diversos actores políticos y sociales, para poder gestionar, lo antes posible y de acuerdo a las normas correspondientes la segunda vuelta de los comicios presidenciales.

Ello, ha permitido obtener logros considerables. Mediante la participación de este organismo regional, se pudo formular un acuerdo entre la comunidad haitiana, para establecer un gobierno de transición, y asimismo, ser garantes que, en ese entonces, presidente Michel Martelly dejara su puesto, potenciando un escenario acorde del objetivo considerado y en mediante un entorno seguro.

Además, no hay que dejar de destacar, que más allá de las críticas de los grupos políticos, como el G-8, de igual forma participaron en las más de 25 reuniones que se han desarrollado para hacer de este proceso, un momento clave y primordial para el correcto devenir del país.

Este avance se vio reflejado en el Informe que el 12 de febrero, presentó esta misión ante los países miembros, el cual fue, altamente, valorado,  por su capacidad de gestión basada en un trabajo interagencial desde el más alto nivel. Ahora bien, no es menos cierto que las elecciones previstas para el 4 de abril, fueron prorrogadas, sin embargo, y debido a su intervención, el CEP fijó un nuevo calendario electoral para 9 de octubre de 2016 y el 8 de enero de 2017.

Esperando que este hecho se concreto, de igual forma, vuelve a seguir la interrogante derivaba sobre la permanencia de los cascos azules en la zona. En otras palabras  ¿es hora de arreglar las mochilas, cerrar los cuarteles, abandonar los centros penitenciarios y el resguardo policial?, ¿existe actualmente un camino pavimentado para un desarrollo político- social sustentable en el tiempo, que permita el retiro de la misión? (considerando el aplazamiento de las elecciones del Ejecutivo).

Lamentablemente, pareciera que aún queda mucho por hacer.

 

Conclusiones: 

  • La historia de Haití está marcada por desgarradores hechos que han perneando la estabilidad del Estado en sus distintas esferas. Gobiernos asumidos mediante un golpe de estado o bajo dudosas circunstancia, una sociedad marginada totalmente, con altos niveles de analfabetismo y sobreviviendo, día a día, en un terreno en donde ni siquiera existe agua potable, ni electricidad.
  • Este panorama, conllevó a un país sumergido en una mísera constante, en donde lo que menos existía era el desarrollo y surgimiento, pero en donde más reinaba, era la inseguridad, corrupción y violación, constante a los derechos humanos.
  • Es así, como este segundo país de la región en obtener la independencia colonial, se configuró  en un Estado Fallido, el cual menoscababa la seguridad y paz internacional. Esta situación, provocó que desde 1990 se realizaran acciones de carácter internacional en apoyo a la Nación. La última de esta, es la MINUSTAH y que actualmente, está presente en esta zona de acción.
  • La MMINUSTAH está bajo un mandato robusto, propio de los conflictos actuales, aprobado por Capitulo VII, permitiéndole gestionar todas las medias coercitivas necesarias, hasta el uso de la fuerza, de ser necesario. Para ello, cuenta con un contingente militar, policial y asimismo civil, posibilitando interactuar con los distintos campos de acción.
  • Este mandato, ha variado con  el tiempo, con la finalidad de poder responder,  adecuadamente, a los desafíos que se le iban imponiendo. Uno de los grandes restos, sin duda, fue el terremoto de 2010, que conllevó a reforzar las medidas de ayuda humanitaria, como además, fortalecer el contingente, el cual aumentó su dotación, en los diversos cargos y países.
  • Durante este hecho, fue relevante contar con el apoyo de países europeos, como fue el caso de España, que desde el comienzo, prestó, fundamentalmente, ayuda humanitaria. Este aspecto, se volvió a resurgir el 2010 por el terremoto, Un ejemplo, de ello, es que a solo 2 días de este sismo, llegó aviones del Ejército del Aire, donde  viajaron 40 miembros de la Unidad Militar de Emergencias especialistas en rescate, sanidad y transmisiones, miembros de la Guardia Civil, del SAMUR, voluntarios, entre otros.. La unidad sanitaria atendió a más de 8.000 personas, asistieron dieciséis partos y se aplicaron 21.000 vacunas.[22]
  • Es importante señalar, que hasta el día de hoy, realiza importantes acciones de índole logísticas y políticas. Sobre este último aspecto, cuatro españoles formaron  parte de la Misión de Observación Electoral de la OEA.
  • Además, ha destinado 255Meuros (297USD) para la reconstruc­ción de Haití desde el terremoto y Haití sigue siendo un país prioritario para la coope­ración española que tiene previsto gestionar en el país 129Meuros, desembolsados- en el periodo 2015-2017.[23]
  • Con dicho ejemplo, se visualiza que diversos países, han comprendido la importancia de poder desarrollar las acciones adecuadas, que permitan que Haití, logre el normal desarrollo y las condiciones de seguridad y transparencia del proceso electoral, para formularse como un país democrático en un entorno seguro y estable.
  • Sin embargo, ni el contingente desplegado bajo ONU, OEA o países como España, han permitido que tal objetivo se cumpla en su totalidad o por lo menos con altos niveles de certificación a este cometido. El ejemplo de ello, es la aplazada segunda vuelta de las elecciones.
  • Esta situación, nos refleja que tal dialogo político, necesario para poder gestionar estructuras institucionales basada en procesos democráticos, no se han podido sentar correctamente en la sociedad haitiana.
  • Por un lado, encontramos partidos políticos, que están en contra la misión mediadora de la OEA, manifestando que su labor no es arbitraria y que estas acciones están sujetas a intereses políticos, mientras por otro lado, vemos como informes derivados de este organismo regional, apelan se están desarrollando buenas prácticas, en este sentido.
  • Todo ello, aumenta cuando vemos como grupos sociales, manifiestan en las calles, apelando a una disconformidad por parte de la labor desarrollada por la comunidad internacional, desacreditando su accionar a tal punto, de pedir el retiro de las tropas a su brevedad.
  • Ahora bien, donde acá cabe preguntar ¿a quién le sirve esto?. Siempre una discusión política, ayuda a mejorar procesos y poder instaurar diálogos que conlleven el crecimiento democrático en un país,  de eso no cabe duda, sin embargo, creo que este hecho, está lejos de ello.
  • Porque realmente, le interesa a los cientos de niños que están en las calles de Puerto Príncipe, desnudos caminando, buscando algo que comer o “viviendo” al lado de cerdos y que son violentados sexualmente, este tipo de discusiones. Yo creo que no.
  • Creo firmemente, en la democracia, pero para lograrla, hay que trabajarla y no caer en discusiones que solo merman el correcto devenir de una país, porque si realmente, quieren un territorio libre de la intervención internacional, que es totalmente valido y justo, pues bien, desarrollen instancias para ello y no seguir fomentando enfrentamientos, que los que menos hacen es provocar este destino.
  • No es menos cierto que la OEA, no es la organización con mejores practicas para desarrollar sus objetivos en pos de la región, sin embargo, creo que es injusto considerarlo como un ente corrupto o incapaz de gestionar instancias de dialogo democrático, porque si participación en Haití, a lo largo de la historia, no ha sido menor. Desde un comienzo, en las diversas operaciones de la ONU ha estado presente, teniendo una importante actuación en el 2010, donde tuvo gran participación en el desarrollo de actividades en ayuda de los desplazados y hasta el día de hoy, gestionando el nuevo calendario electoral.
  • El retiro de las tropas, depende en  importante medida a este tipo de hechos. Por ello, creo que frente a este tipo de situaciones existe un doble discursos. Por una parte, nos quejamos de la intervención de organismos internacionales, pero no hacemos nada para su retiro. Lo peor de todo, que en ese proceso, nos dedicamos a poner en jaque el desarrollo de una Nación entera,
  • Insisto en este punto, una correcta reconstrucción del Estado con una Consolidación de la Paz sostenible y sustentable en el tiempo, depende de la interacción de los actores en cuestión, pero por sobre todo, de los de carácter nacional, porque son y serán ellos, los que permitirán que los cimientos democráticos se fundan de tal manera, que a la autodeterminación a la que tanto se apela, sea una realidad.
  • Ya se han hechos tremendos esfuerzos para caminar por esta senda. El Plan de Consolidación, es sin duda, un ejemplo de ello, el cual nos ha develado los avances, como asimismo, aquellas temáticas que se deben seguir mejorando, pero el cual, apela, justamente,  a la cooperación de cada uno de los actores, tanto internacionales, como nacionales.
  • Si queremos un Haití libre, sin tropas, bajando la bandera azul de los mástiles, hagamos que aquellos sea posible y no caigamos en discusiones que los abortan instancias tan relevantes como las elecciones presidenciales, El no hacerlo, solo comprueba la falta de una cultura democrática arraigada en la cultura social, pero desde la vereda del dialogo y no del conflicto.
  • La historia de Haití, es la historia de América Latina, que aunque el pasado nos develan nuestros fracasos, volvemos a ellos.

 

María Gabriela Gallardo Toledo es asesora comunicacional del Ejército de Chile

 

Referencias web

[7] Ver las resoluciones del Consejo de Seguridad 2012 (2011), 2070 (2012), 2119 (2013), 2180 (2014), 2243(2015) en http://www.un.org/es/peacekeeping/missions/minustah/resolutions.shtml

[21] Este Foro Internacional fue organizada por la Plataforma Haitiana de Abogacía por un Desarrollo Alternativo (PAPDA), con el apoyo de sus organizaciones miembros SOFA, ICKL, ANDAH, MITPA, CRAD e ITECA. Contó con la presencia de redes como Jubileo Sur y la Asamblea de los Pueblos del Caribe, la Sociedad de Economía Política de Latinoamérica y el Sindicato de Trabajadores Petroleros y la Federación Independiente de Sindicatos y ONGs de Trinidad y Tobago, así como también de un gran número de académicos y profesionales del país y de la Universidad del West Indies.

Editado por: Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI). Lugar de edición: Granada (España). ISSN: 2340-8421.

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