Análisis GESI, 1/2013
En los últimos días se ha hablado repetidamente del peligro que entraña para la seguridad del territorio europeo el control del norte de Malí por parte de grupos yihadistas. En teoría habría al menos dos motivos que justificarían dicho análisis:
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La existencia de campos de entrenamiento permite que los yihadistas que deseen atentar en Europa adquieran las competencias necesarias para ello, competencias que en el mundo real no se consiguen participando en foros web o leyendo los últimos números de la revista Inspire. La existencia de un santuario yihadista podría convertirse en un polo de atracción de voluntarios extranjeros, tal como sucedió antes del 11-S en Afganistán, y posteriormente en Pakistán.
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Desde la transformación del Grupo Salafista por la Predicación y el Combate (GSPC) en Al Qaeda en las tierras del Magreb Islámico (AQMI) la propaganda de la organización ha aumentado las menciones amenazadoras contra Francia y, en menor medida, contra España. No obstante, el análisis empírico de la propaganda de AQMI (pulsar aquí para descargarlo) demuestra que, tras la vinculación con Al Qaeda, la organización continuó centrando su atención en el teatro de operaciones argelino, sin que el compromiso con los objetivos globalistas de Al Qaeda fuese tan fuerte como a primera vista pudiera padecer.
Ahora bien, si examinamos con detalle el comportamiento del GSPC/AQMI en lo que se refiere al terrorismo yihadista en el territorio de Europa Occidental durante el periodo temporal 2001-2012, comprobamos que los resultados no avalan de manera rotunda el análisis inicial que acabamos de esbozar.
Gráfico 1. Vinculación de incidentes terroristas con organizaciones yihadistas(2001-2012)
La gráfica 1 recoge la distribución temporal de los incidentes vinculados a grandes organizaciones yihadistas, acaecidos en el territorio de Europa Occidental entre los años 2001 y 2012 incluidos. El término 'incidente' abarca los atentados terroristas ejecutados con éxito, los ejecutados de manera fallida, y los complots terroristas desarticulados a tiempo. De los 100 incidentes contenidos en la muestra de estudio, en 51 casos el grupo individuo que los protagonizó no se encontraba claramente vinculado a una 'organización madre'. En 49 sí que lo estaba. Son los que aparecen en la gráfica citada. En este artículo (pulsar aquí para descargarlo) puede encontrarse información desagregada sobre los incidentes hasta el año 2010
Los resultados son contraintuitivos. En teoría el periodo temporal 2007-2012 (que coincide además con la transformación del GSPC en AQMI) tendría que acumular más incidentes terroristas que el periodo anterior. Sin embargo, es justo lo contrario.
Algo similar sucede con el paso por campos de entrenamiento o frentes de guerra por parte de aquellos que han participado en incidentes terroristas en Europa. La gráfica 2 muestra la distribución de los 38 casos de la muestra objeto de estudio donde esta variable tenía valor positivo.
Gráfico 2. Paso por campo de entrenamiento o frente de conflicto armado (2001-2012)
Como podemos observar, el principal lugar de destino ha sido Pakistán, seguido por Afganistán (por individuos que estuvieron allí antes de los atentados del 11-S). Sólo existe constancia de un caso donde uno de los implicados en la célula hubiese pasado antes por un campo de entrenamiento terrorista en Argelia (el del grupo que pretendía atentar contra diversos objetivos en Francia e Italia, incluido el metro de Milán, desarticulada en marzo de 2006). No existe ni un sólo ejemplo de paso por un campo de entrenamiento en el Sahel. Y ello a pesar de que el GSPC/AQMI mantuvo activos dichos campos en la Cabilia argelina y que AQMI también ha dado entrenamiento en ellos en el Sahel.
¿A qué se debe esta pérdida de protagonismo de AQMI en el panorama terrorista europeo? Como respuesta planteamos tres hipótesis:
a) La infraestructura de AQMI en Europa se ha visto seriamente debilitada por la acción policial. Como consecuencia cada vez tiene menos capacidad para organizar atentados terroristas.
b) La infraestructura de AQMI en Europa sigue desarrollando actividades logísticas (principalmente en materia de financiación), pero sus miembros y colaboradores no están dispuestos a embarcarse en los proyectos terroristas que les proponen los dirigentes de la organización al otro lado del Mediterráneo por temor a ser detectados y detenidos.
c) AQMI cuenta con una infraestructura en Europa que permitiría poner en marcha proyectos terroristas pero hasta ahora sus líderes no han tratado de activarla por temor a perder las células europeas (dedicadas a funciones logísticas) en la respuesta policial que seguiría a un atentado terrorista.
Cualquiera de las tres hipótesis es plausible. También lo es una combinación de alguna de las dos primeras con la tercera: que el núcleo duro de AQMI en el norte de África no haya podido ni haya tenido especial interés en atentar en Europa.
Según los datos ofrecidos anualmente por las memorias de Europol, entre octubre de 2005 y diciembre de 2011 se ha detenido a 1.139 individuos presuntamente vinculados al terrorismo yihadista en Europa, cifra que no incluye las operaciones policiales efectuadas en Reino Unido. De esa cantidad 485 han sido arrestados en Francia, país donde se asienta la principal comunidad argelina en Europa y donde es de suponer que AQMI goce de mayor presencia.
El radicalismo yihadista es un fenómeno minoritario, y entre quienes simpatizan con él son aún menos los que se comprometen operativamente con su práctica. Por ello, las cifras brutas que recogen los anuarios de Europol permiten hacerse cierta idea del desgaste que ha sufrido el entramado yihadista en suelo europeo. Una circunstancia que dota de credibilidad a las hipótesis planteadas (tanto a la primera, como a las otras dos por temor a las operaciones policiales que seguirían a un atentado), aunque la opacidad propia de las actividades terroristas impida que con la información disponible en fuentes abiertas podamos decantarnos con seguridad por alguna de ellas.
Pero, en cualquier caso, lo que pretendemos resaltar con los datos mostrados en los gráficos 1 y 2 es que la lógica según la cual el santuario yihadista en el norte de Mali incrementa la amenaza terrorista en Europa no es tan lineal como a primera vista pudiera padecer. Evidentemente, la tendencia mantenida hasta ahora podía cambiar sin previo aviso (y en ese caso el dinero obtenido en el Sahel y los campos incrementarían la amenaza planteada por AQMI) y también es preferible que los yihadistas no controlen ningún territorio a que sí lo hagan. Pero a la hora de calcular la proporcionalidad política y los efectos no queridos de una estrategia dirigida a acabar con el santuario yihadista, la no relación directa entre la existencia de un santuario yihadista en el norte de Mali y la amenaza terrorista en Europa era un factor a tener en cuenta, al menos hasta hace quince días. Dicho de otro modo: lo ideal habría sido que hubieran protagonizado la operación militar los países vecinos a Malí. Ellos son los primeros interesados en evitar la inestabilidad irradiada por la actividad yihadista en el norte de aquel país.
Ello nos lleva a la siguiente cuestión, ¿qué supone la intervención militar liderada por Francia en términos de amenaza terrorista en Europa?
En nuestra opinión la operación francesa incrementa dicha amenaza por dos razones:
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En caso de que la tercera de las hipótesis planteadas fuese la única correcta, la cúpula de AQMI podría modificar su cálculo estratégico al considerar que un atentado contra la población civil en suelo francés debilitaría el apoyo social a la intervención militar. Si esto es así, cabría esperar un incidente terrorista en Francia -o en otro país que esté apoyando el esfuerzo militar galo, pero en este caso el impacto sobre las operaciones militares sería menor- en las próximas semanas o meses. Recordemos, dicho incidente podría tener la forma de complot terrorista desarticulado a tiempo, atentado ejecutado con éxito o atentado fallido. En caso de que éste no se produzca habrá motivos más que sobrados para pensar que la infraestructura de AQMI en Europa está seriamente deteriodada
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Tanto la intervención militar, como las declaraciones políticas al respecto que tildan a los adversarios de extremistas islámicos (con razón), están elevando la estatura de Al Qaeda en el Magreb y de sus aliados en el norte de Malí (Ansar Al Dine y MUJAO). Dichas circunstancias aumentan el interés de los simpatizantes yihadistas asentados en Europa por estos grupos. Lo cual podría traducirse en el intento de ejecutar atentados por cuenta propia (células independientes y 'lobos solitarios') para apoyar a los radicales de Malí desde la retaguardia europea o en el deseo de contactar con esas organizaciones para recibir entrenamiento en el Sahel. Afortunadamente, todo esto no es tan sencillo como parece. Las células independientes y los lobos solitarios suelen carecer de las competencias necesarias para planificar y ejecutar atentados terroristas complejos (otra cosa es si optan por crímenes más simples). Y, por otro lado, es dificultoso ganarse la confianza de esos grupos (que recelan de los voluntarios extranjeros sin referencias por temor a que sean informadores de los servicios de seguridad), además de trasladarse y unirse a ellos en África.
Todo esto no quiere decir que la intervención francesa no esté justificada. No haber hecho nada, cuando hace apenas una semana los yihadistas amenazaban la capital y el sur de Malí, habría sido peor por múltiples razones (ampliación del santuario yihadista al conjunto de Malí, éxodo de refugiados, exportación de la inestabilidad hacia países vecinos, etc). Lo que sí cuestionamos en este análisis es que prevenir el terrorismo yihadista en Europa hubiera sido un motivo suficiente para una operación militar tan visiblemente occidental en ese escenario
Los problemas venían de lejos. La pobreza endémica del país, la debilidad de las estructuras estatales, la incapacidad del propio régimen de Bamako para gestionar adecuadamente el malestar de los tuareg, las redes de tráfico ilícito, la corrupción y, en particular, los retrasos acumulados en la formación y entrenamiento de la fuerza de intervención africana que pretendía desalojar a los yihadistas. El tiempo perdido desde que los radicales se hicieron con el control del norte de Malí a comienzos del año pasado ha permitido que los yihadistas tomaran la iniciativa con la ofensiva hacia el sur, que ha forzado una respuesta militar demasiado explícita por parte de Francia.
Ahora que los acontecimientos se han precipitado y que, en consecuencia, se ha incrementado la amenaza terrorista en Europa ya no queda más remedio que acabar la tarea iniciada y debilitar al máximo a los grupos yihadistas que operan en la zona. Desde el punto de vista de la prevención del terrorismo, a España le interesa mantener un perfil bajo en el apoyo a las operaciones militares (al igual que al resto de países europeos). Presumiblemente los yihadistas irán perdiendo las poblaciones que ocupaban hasta ahora, pero con el tiempo tratarán de debilitar a la fuerza desplegada mediante acciones de guerrilla y procurarán volver a la población en contra de los soldados extranjeros. Es de suponer que Francia intentará transferir lo antes posible el grueso del esfuerzo y de la visibilidad a las tropas africanas y, en especial, al reconstruido ejército de Malí. Veremos cómo se conjuga ese proceso con la degradación efectiva de las redes yihadistas en el Sahel. Mientras tanto el incremento de la amenaza terrorista en el Viejo Continente, derivado de la intervención militar supondrá un test de estrés del entramado radical en suelo europeo, así como de la eficacia de los servicios de inteligencia y policiales.
Editado por: Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI). Lugar de edición: Granada (España). ISSN: 2340-8421.
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