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Escasez de recursos hídricos. ¿Nueva fuente de cooperación entre Estados?

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El cambio climático supone una amenaza global, pero, sin embargo, no afectará de forma igual a todas las regiones del globo, teniendo un mayor impacto en aquellas que ya tienen infinidad de problemas, ya sean rivalidades geopolíticas, inestabilidad política a un nivel interno y/o terrorismo.

Los países con mayor vulnerabilidad, por lo general, son países en vías de desarrollo, o países azotados por la violencia. Por tanto, con las expectativas anteriormente mencionadas, no se augura un futuro fácil. Ello hace que los recursos hídricos se conviertan en una cuestión fundamental si se quiere alcanzar una estabilidad global.

Pese a que el acceso de cualquier persona al abastecimiento de agua potable y saneamiento es reconocido como derecho humano, además de ser el sexto Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU, actualmente 663 millones de personas carecen de acceso a agua potable. Pese a que se quiere conseguir el objetivo de que toda persona tenga garantizada el acceso a agua potable para el año 2030, posiblemente la realidad sea bien distinta, se prevé que para 2035 la mitad de la población se vea sometida a restricciones en el consumo de agua potable en el año 2035, todo ello es debido al cambio climático. El mayor riesgo que entraña el cambio climático, en cuanto a hidrología se refiere, además de una mayor frecuencia de los fenómenos hidrológicos extremos, es la reducción de las precipitaciones, y una reducción -no lineal- en las aportaciones en régimen natural, además de la posible sobreexplotación de acuíferos y de estar en una situación permanente de estrés hídrico.

Con las actuales expectativas de crecimiento demográfico, siendo especialmente relevantes las del continente africano, ya que doblará su población actual en 2050 y casi la cuadruplicará en 2100, lo cual implicará un aumento en las demandas urbana y agrícola, esto unido a las expectativas de crecimiento económico e industrialización de África, lo cual implica un aumento de la demanda industrial,dificultan la labor del cumplimiento de las garantías de demanda. Además, hay que sumar que las cuencas en una gran cantidad de ocasiones son compartidas por dos o más países, pudiendo ser el agua el motivo último de estallido de una crisis diplomática, si no se alcanza un acuerdo, o de un conflicto bélico.

Con esa tendencia de reducción de la oferta, mayoritariamente sólo se puede aumentar con recursos no convencionales –desalinización, por ejemplo-y con medidas no estructurales, es decir, unas adecuadas reglas de gestión y explotación. Por tanto, es muy importante intentar reducir la demanda todo lo posible, ya sea con un aumento de la eficiencia de los sistemas de riego, concienciación de la población u otros, con el objetivo último de adecuar oferta y demanda. Se ha de tener en cuenta el problema básico de los recursos hídricos, que es la no coincidencia en lugar, tiempo y características de la aparición del recurso con las demandas.

Pese a lo mencionado anteriormente de los recursos no convencionales, ello no se cumple en todo el globo, ya que hay regiones donde es factible la construcción de un gran número de aprovechamientos hidroeléctricos, especialmente en África, lo que permitiría, además de dotar de un valor económico muy importante al agua, su mayor aprovechamiento y mitigar en buena medida la falta de electricidad en el continente africano.

Además del ya mencionado desequilibrio demográfico, África tiene una gran dependencia alimentaria externa, con la cual se quiere acabar en un corto plazo, apostando por la agricultura, lo cual agravaría en cierta medida el problema, ya que la demanda agraria supone entre un 70% y un 80% respecto la demanda total. Además, se debe tener en cuentaque el cambio climático aumentará la aridez y se perderá, por tanto, terreno cultivable.

La relación entre seguridad y recursos hídricos viene dada principalmente por el factor socio-económico, ya que una escasez de recursos hídricos provoca pérdidas económicas en los sectores agrícola, energético yturístico, un impacto medioambiental, un incremento en el IPC por las importaciones alimentarias, un aumento del paro laboral, flujos migratoriosy mortandad. Esto genera un gran descontento social, que, en países desarrollados con una democracia asentada, puede significar una pequeña crisis de gobierno, sin que pase a mayores. El problema está precisamente en países en vías de desarrollo, donde esta cuestión se une a otras ya existentes, y en el caso de que el gobierno sea cuestionado esto pueda ser aprovechado por otro Estado y/o un grupo terrorista, ya que estos últimos intentarían satisfacer las necesidades de la población con el objetivo de ganarse la confianza y apoyo de la población local, teniendo como claro ejemplo el caso de Al-Shabaab en Somalia

Las mayores razones que llevan a cuestionar las llamadas “guerras del agua”, son los acuerdos y tratados precedentes, además del debate que se abrió en el CSNU el 26 de noviembre de 2016 bajo el título “Agua, paz y seguridad”.

El mejor ejemplo es el “Tratado de las aguas del Indus”, que data del año 1960. A pesar de que estos dos países mantienen una gran y constante tensión, llegando incluso al conflicto (1965), este tratado establece un marco muy importante en resolución de conflictos relativos a recursos hídricos, ya que estos deben ser resueltos por un experto neutral si se trata de una “diferencia”, o bien, por un tribunal de arbitraje con siete miembros en el caso de una “disputa”. Además, se creó una comisión con un representante de cada país.

También supone un gran ejemplo la Comisión del Lago Chad, la cual está estudiando una posible gestión integrada de recursos hídricos para 2025.

El ya mencionado debate del CSNU supone un gran precedente para tener un cierto optimismo en esta cuestión, ya que supone una llamada por parte de la comunidad internacional a la cooperación y dialogo entre los países, especialmente aquellos próximos en un espacio geográfico y principalmente los que compartan cuenca hidrográfica, que deberían hacer una planificación y gestión conjunta de la cuenca.

Además, el factor clave que puede empujar a los Estados al diálogo es la situación extrema que se va a vivir en algunas regiones del globo, no teniendo más salida que la cooperación con sus vecinos, ya que un conflicto bélico en tal situación sería inasumible por los enormes daños que provocaría a las partes. Por tanto, tal y como se ha señalado en el párrafo anterior, la única solución factible y que pueda llegar a contentar a todas las partes es la cooperación, aunando esfuerzos para gestionar de forma conjunta los recursos hídricos de la cuenca hidrográfica que sea compartida, ya que la gestión a nivel de cuenca permite optimizar el rendimiento del sistema de recursos hídricos para un mismo sistema (misma infraestructura, hidrología y demandas), ello tiene como consecuencia unas mayores garantías de cumplimiento de las distintas demandas. Esta cooperación se podría dar de distintas formas. La primera sería el establecimiento de unos caudales mínimos (fórmula que tienen España y Portugal), la creación de algún organismo para resolver los conflictos surgidos (Caso de Pakistán e India), aunque el modelo idóneo sería sin duda alguna la creación de unaentidadsupranacional con la única tarea de planificación y gestión de recursos hídricos para cada cuenca que sea compartida.

También es de mención el importante rol que tienen los países desarrollados, especialmente aquellos que sean susceptibles de ser destino de flujos migratorios, ya que podría impulsar una gran cooperación con los países de origen, pudiendo ser un catalizador para un nuevo escenario de cooperación Norte-Sur.Estos tendrían la responsabilidad de hacer una transferencia de tecnología, pero muy especialmente de “saber hacer”, y obviamente, de financiación de las infraestructuras hidráulicas.

Miguel Baviera García